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En Paraguay existe una regla fiscal muy particular que ha despertado tanto interés como controversia: la regla del 10-10-10. Esta fórmula establece que los tres impuestos más relevantes en el país -el impuesto al valor agregado (IVA), el impuesto a la renta personal y el impuesto a la renta empresarial- tienen una misma tasa impositiva: el 10%. Este porcentaje es el más bajo de toda América Latina para estos tres gravámenes, con excepción del IVA en Panamá. Esta política fiscal ha sido promovida por el gobierno paraguayo como una fortaleza para el desarrollo económico y la atracción de inversiones en el país. Sin embargo, también ha generado controversia debido a sus implicaciones sociales y económicas.
Historia de la regla del 10-10-10 en Paraguay
El régimen fiscal actual de Paraguay comenzó a tomar forma en 1992 con una reforma tributaria que estableció el IVA y determinó que dos años más tarde, este impuesto tendría una tasa del 10%. Posteriormente, en 2004, se redujo significativamente el impuesto a la renta empresarial, pasando del 30% al 10%. La justificación en ese momento era gravar menos para fomentar la formalización de más empresas y así ampliar la base tributaria. Esta reforma fue impulsada por el entonces ministro de Hacienda, Dionisio Borda, quien argumentaba que si era más barato para las empresas formalizarse que llevar una doble contabilidad, más empresas pagarían la totalidad de sus impuestos. Además, se redujo el impuesto a la renta de las empresas con la contrapartida de establecer el impuesto a la renta personal, que hasta entonces no existía en Paraguay debido a la tradición política del país.
Sin embargo, no fue hasta 2012 que se implementó el impuesto a la renta personal, estableciendo una tasa única del 10%, en lugar de una escala progresiva como originalmente se había planeado. Para estar sujeto al impuesto a la renta personal en Paraguay, se debe ganar más de 120 salarios mínimos al año. Además, existen numerosas deducciones que pueden aplicarse, como vivienda, educación, salud y vestimenta, lo que ha llevado a que muy pocas personas terminen pagando este impuesto.
En 2020 se realizó la última reforma tributaria en Paraguay, unificando los impuestos que pagan las empresas y eliminando algunas exenciones. A pesar de las ventajas que argumentan las autoridades políticas de Paraguay, como la baja presión fiscal y la atracción de inversiones, la inversión extranjera directa en el país ha sido baja en comparación con otros países de América Latina.
Los beneficios de la regla del 10-10-10
El gobierno paraguayo destaca que la regla del 10-10-10 ha atraído la atención de inversores internacionales y constituye uno de los pilares del atractivo entorno empresarial del país. Esta política fiscal ha sido promovida como una estrategia para fomentar el desarrollo económico, generar empleo y atraer inversiones que podrían ir a otros países de la región.
El presidente de Paraguay, Santiago Peña, ha reafirmado en varias ocasiones su compromiso de no aumentar los impuestos a emprendedores y empresas, ya que considera que son clave para el desarrollo del país. Peña enfatiza que los emprendimientos generan empleo, seguridad social y beneficios para la zona donde se instalan, como un mayor movimiento comercial y programas de responsabilidad social empresarial.
El objetivo del gobierno paraguayo es aumentar la recaudación fiscal mediante un mejor control de la evasión, que actualmente alcanza el 31% en el caso del IVA, cifra superior al promedio regional. Sin embargo, la baja presión fiscal en Paraguay limita la capacidad de financiamiento de gastos en áreas como salud, educación, seguridad, vivienda y nutrición, en un país donde el nivel de pobreza alcanza el 25%.
Críticas y desafíos de la regla del 10-10-10
A pesar de los argumentos a favor de la regla del 10-10-10, tanto expertos como organismos internacionales han planteado críticas y desafíos relacionados con esta política fiscal en Paraguay. Uno de los principales puntos de crítica es la falta de progresividad en el sistema tributario paraguayo. Los impuestos indirectos, como el IVA, afectan de manera similar a todas las personas, independientemente de su nivel de ingresos, lo que se considera un sistema regresivo.
Por otro lado, la baja presión fiscal en Paraguay limita la capacidad del Estado para financiar políticas sociales y reducir la pobreza. A pesar de los avances socioeconómicos recientes, el país aún enfrenta importantes desafíos de desarrollo, especialmente en áreas como acceso a servicios básicos, cobertura y focalización del gasto social. Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo han recomendado a Paraguay reevaluar su régimen fiscal y aumentar la recaudación tributaria para financiar inversiones en infraestructura, salud y educación.
La regla del 10-10-10 en Paraguay ha sido una estrategia para atraer inversiones y fomentar el desarrollo económico del país. Si bien esta política fiscal ha sido promovida como una fortaleza para Paraguay, también ha generado controversia debido a la falta de progresividad en el sistema tributario y a los desafíos en la financiación de políticas sociales. La baja presión fiscal en el país limita la capacidad de financiamiento de programas y servicios básicos, lo que afecta especialmente a la población más vulnerable. Si Paraguay busca alcanzar un desarrollo sostenible y reducir la desigualdad, será necesario reevaluar su sistema tributario y buscar un equilibrio entre la atracción de inversiones y la financiación de políticas sociales.